Un espía en el espejo
Este libro, sin duda, involucra una paradoja. El espía en sí es un violador de mundos, un personaje oculto, un ser cautivante y cautivo. Un espejo, también es un laberinto, rutas multicursales que se abren a los viajes de Alicia o de Borges, de Fontanarrosa y Jhonny Rottem, de Vicho, del Uruguay de don Pepe y Benedetti, de perdedores y perdidos. Un espía en un espejo se mira a sí mismo, intenta reflejar sus miedos, transmitirlos, deshacerse del cuerpo que involucre un crimen, despegarse, en el aire, de los sueños que alguna vez le pertenecieron. Este compilado de cuentos se ofrece al lector asumiendo que los nombres y las personas que aparecen retratadas se sientan afectadas profundamente, que sientan alegría por ser descubiertas, que sientan el resguardo al saberse encubiertas. Nada hay de misterioso en los textos expuestos. No son más que constataciones de interpretaciones de una memoria que tiende a desfigurar las historias, que consigue apropiarse de voces y hacerlas parecer como propias, que son de un ladrón de libros, que no cree en la aurora que asuste al lobo en la medianoche. No hay mucho más que decir, del lector dependerá el juicio, serán ellos los que determinen la derrota o la victoria, podrá discutirse en planchas de gorros frigios, en escuelas, en cárceles y en estadios, entre mujeres amadas y hombres que amaron, entre quien se atreva a leerlos.