EL CRIMEN PERFECTO
Contrariamente a lo que la mayoría de la humanidad supone, los verdaderos dirigentes de la tierra no son los gobiernos. Quienes actualmente gobiernan el mundo –y se enriquecen desmesuradamente en el proceso— son las grandes corporaciones trasnacionales. Tales corporaciones fueron, al principio, establecidas para realizar emprendimientos que implicaban un elevado riesgo y podrían ocasionar que sus dueños fuesen llevados a prisión por las externalidades que sus empresas producían. Con el objeto de evadir tal responsabilidad, se crearon entelequias –las corporaciones— que podían contratar personal, adquirir bienes e incluso quebrar pero que nunca podrían ir a la cárcel. Una corporación puede asesinar a decenas de miles de personas –como mostró la catástrofe de Bhopal, India, ocurrida en 1984— sin recibir castigo alguno. Eso ocurre porque las corporaciones, una especie de Alien en la tierra, poseen un objetivo único y muy preciso: el retorno, incrementado y en el menor tiempo posible, del capital invertido. Las grandes corporaciones, a la vez que se han adueñado del mundo, agotan los recursos naturales, contaminan aire, agua y suelo y realizan un crimen perfecto donde la humanidad es, a la vez, víctima y cómplice. Es víctima pues la catástrofe que el Corporoceno genera conduce a la Sexta extinción masiva de las especies. Es cómplice pues, al adquirir los productos que las corporaciones ofrecen, fortalece y enriquece a quienes depredan su planeta, su casa. La humanidad está a las puertas de un colapso civilizatorio global que amenaza terminar con las condiciones planetarias que permitieron la vida tal y como la conocemos. En este estudio se revisa tal fenómeno.