De la diligencia al motor de gasolina
Este libro es un recorrido por poco más de un siglo en la historia de las comunicaciones y el transporte en el estado de Puebla. Un panorama, entre las cosas, de las condiciones de los caminos durante el siglo XIX, sendas y rutas que se habían trazado desde el siglo XVI y por las que transitaban las recuas que todavía jugaban un papel importante para el comercio a la larga distancia. La inauguración de la estación del Ferrocarril Mexicano en Puebla, realizada por Benito Juárez el 16 de septiembre de 1869, estableció una nueva época. A partir de entonces los ferrocarriles contribuyeron la espina dorsal del estado y la zona de estaciones se vinculó de manera decisiva a la historia local, regional y nacional. Además de una importante actividad comercial y social, ocasionaron la aparición de un barrio ferrocarrilero y modificaron el paisaje rural y urbano. Asomarse a la historia de las comunidades y transportes terrestres es sin duda imaginarse la vida cotidiana que, durante el porfiriato, abrió en las zonas urbanas nuevas oportunidades de trabajo como el tendido de vías que incorporó incluso mano de obra del campo. La Revolución que dejó saldos rojos en estaciones, puentes y demás, generó daños sustanciales y pérdidas económicas de las que el sector ferroviario tardó en recuperarse. Luego llegaron otros medios de transporte, como la bicicleta. Y a mediados de la segunda década del siglo XX, los medios de transporte de tracción animal comenzaron a ser remplazados por los de motor de gasolina. Conocer los vericuetos de los medios de transporte nos mostrará por qué algunos fueron perdiendo su eficacia, y cómo la construcción de carreteras y la incorporación de camionetas de carga y de pasajeros de motor de combustión interna revolucionaron nuevamente el transporte del siglo XX.