Novela finalista del premio El Barco de Vapor 2015. A Celeste le gustan las cosas que huelen a otras cosas. Y las palabras con zeta, como regaliz. Y cazar nubes. Nubes de piratas, de animales, de naves espaciales... y de cualquier otra forma que pueda atrapar con su cámara. Pero cuando viaja con su padre a África descubre que solo hay nubes en temporada de lluvias, o eso es lo que dice Murunya, el niño masái que la sigue a todas partes... Un alegato a la amistad sin límites, a la riqueza intercultural y al gran poder de la imaginación.
Dos chicos, dos chicas, una fiesta, música, luces, salas y más salas... Y también secretos, miradas ocultas, confusión... y esa cuenta atrás que no sabes adónde te lleva.
Ese año la sequía ha sido tanta, que varios pueblos deciden sacar a sus santos en procesión pidiendo la lluvia. Pancho y dos amigos caen en la cuenta de que, si Dios hace caso a todos juntos, se avecina entonces un diluvio. A partir de este momento toda su obsesión será salvar una pareja de animales de cada especie, como hizo Noé.
Dos chicos, dos chicas, una fiesta, música, luces, salas y más salas... Y también secretos, miradas ocultas, confusión... y esa cuenta atrás que no sabes adónde te lleva.
Novela finalista del premio El Barco de Vapor 2015. A Celeste le gustan las cosas que huelen a otras cosas. Y las palabras con zeta, como regaliz. Y cazar nubes. Nubes de piratas, de animales, de naves espaciales... y de cualquier otra forma que pueda atrapar con su cámara. Pero cuando viaja con su padre a África descubre que solo hay nubes en temporada de lluvias, o eso es lo que dice Murunya, el niño masái que la sigue a todas partes... Un alegato a la amistad sin límites, a la riqueza intercultural y al gran poder de la imaginación.
Martha Müller soñó por primera vez el 5 de marzo de 1961: paseó por la arena, metió los pies en el mar y escuchó a las gaviotas gritar al sol. Fue un sueño bonito aunque... raro. Y al día siguiente tenía arena en el pelo. A los dos días, soñó con sus amigos Olga y Erich. Eso era todo un privilegio: todos en clase sabían que Martha no podía soñar... ¿Quién más tendría la suerte, a partir de ese momento, de protagonizar los sueños de Martha Müller?
Al hombre de la barca nunca nadie le ha preguntado su nombre. Tampoco le han preguntado qué son esas extrañas luces que salen a veces de su barca, ni quién es esa especie de monstruo de cara gigantesca y rectangular que aprece algunas noches. Pero Frits está decidido a averiguarlo, y entonces se dará cuenta de que la realidad es mucho más de lo que uno ve.
Martha Müller soñó por primera vez el 5 de marzo de 1961: paseó por la arena, metió los pies en el mar y escuchó a las gaviotas gritar al sol. Fue un sueño bonito aunque... raro. Y al día siguiente tenía arena en el pelo. A los dos días, soñó con sus amigos Olga y Erich. Eso era todo un privilegio: todos en clase sabían que Martha no podía soñar... ¿Quién más tendría la suerte, a partir de ese momento, de protagonizar los sueños de Martha Müller?
Al hombre de la barca nunca nadie le ha preguntado su nombre. Tampoco le han preguntado qué son esas extrañas luces que salen a veces de su barca, ni quién es esa especie de monstruo de cara gigantesca y rectangular que aprece algunas noches. Pero Frits está decidido a averiguarlo, y entonces se dará cuenta de que la realidad es mucho más de lo que uno ve.