Cartelera del cine en México, 1905
El cine mexicano como centro de gravedad. Juan Felipe Leal y Carlos Flores presentan los hallazgos de su acucioso hurgar en diversos archivos y revelan al lector sus novedosos datos e imágenes. Los autores transitan la vía de una historiografía en constante renovación con la paciencia que permite recrear la cotidianidad: probables explicaciones de hábitos, formas de consumo y esperanzas, que viven reacomodos al paso de nuevas tecnologías de la ilusión óptica. El kinetoscopio, el mutoscopio o, mejor aún, el cinematógrafo y el vitascopio operarán como ventanas de otros horizontes y nervios de la modernidad, abarcando en su trashumancia a teatros, salones de variedades o salas acondicionadas en pequeños poblados y emergentes ciudades a lo largo y ancho del territorio nacional. En Cartelera del cine en México, 1905, los autores se ocupan de un año que cuenta con escasa información catalogada y se insertan en la línea de investigación que abrieron en 1975 María Luisa Amador y Jorge Ayala Blanco con sus ya célebres carteleras cinematográficas. En ese mismo sentido, Juan Felipe Leal y Carlos Arturo Flores se dieron a la tarea de enriquecer la documentación existente con las carteleras que para cada año incluyeron como apéndices en los primeros diez volúmenes de la colección Anales del cine en México, 1895-1911. Sociólogos de formación, su obra tiene implícita otra lectura. Mientras se habla de una crisis de las ciencias sociales, sus investigaciones, y en particular, su Cartelera del cine en México, 1905, testimonian no solo un rigor disciplinario, sino también una perspectiva que integra planteamientos y procedimientos que provienen de múltiples dominios del conocimiento: historia, literatura, ciencia política, etnología y ciencias de la comunicación. Así, su pasión por comprender a su objeto de estudio los lleva a un redescubrimiento del cine y deriva en una manifestación de la enorme vitalidad del estudio de lo social. En efecto, esclarecer cómo era la programación cinematográfica de acuerdo con la variedad de casas productoras que había; demostrar cómo fue que en 1904 se pasó del predominio de la oferta de la firma Star Film (Geo-Méliès) al imperio de la compañía Pathé Frères de París; reconstruir la exhibición fílmica por medio de notas, artículos, reportajes, crónicas periodísticas, anuncios publicitarios, hojas volantes, programas de mano, carteles, catálogos y archivos fílmicos, ilustraciones y fotografías; explorar los programas de mano en los que películas de ficción se presentan al lado de cintas documentales; o bien, seguir la pista de los principales exhibidores de la legua, es, a la vez que un periplo a través de materiales ignotos, una manera de acercarnos a tiempos y espacios que nos informan de los orígenes del cine como una fuerza de la cultura y del entretenimiento en México. Es, por último, una invitación a reflexionar sobre la función del espectáculo fílmico en el suministro de imágenes para una memoria colectiva que guarda mucha relación con lo que somos o creemos ser. Salvador Plancarte