Sin arrepentimiento alguno
Macarena, cuya infancia traumática la ha marcado de por vida, descubre un secreto que da un vuelco a su mundo y cambia por completo la percepción que tenía de sus padres. Una extraña y sombría imagen religiosa, unas anotaciones peculiares, la inexplicable desaparición de objetos personales, el cambio de actitud y la repentina partida del amor de su vida, una revelación y una serie de acciones displicentes y fuera de toda comprensión emprendidas por su madre, Dolores, le arrancan la venda de los ojos y la enfrentan con una realidad aún más terrible. Dicha realidad le muestra quién era realmente su madre y cómo su egoísmo y el de su abuela, Antonia, repercutieron enormemente en el desarrollo de su vida, en su autoestima y en su interacción con las personas que la rodeaban, dejándole en claro que «en su vida nunca hubo justicia» y que «una mujer puede ser la peor enemiga de otra», aunque esta sea su madre.