Obras escogidas de Augustín de Hipona, Tomo 3
En este Tomo III se recoge la pieza clave de su pensamiento: La Ciudad de Dios. Admirado y respetado por cat licos y protestantes. Su influencia teol gica y filos fica sigue vigente. Apela por igual a la raz n, a las emociones y a la voluntad, y constituye una fuente clara a la que muchos recurren despu s de sentirse cansados de un cristianismo superficial. Agust n escribi La Ciudad de Dios como r plica a las cr ticas que hac an los paganos ricos y cultos, durante su huida tras la ca da de Roma, contra el cristianismo. Y lo hace describiendo la contraposici n entre dos tipos de hombres y sociedades: la Ciudad de Dios y la Ciudad del hombre. En sus propias palabras: Dos amores fundaron dos ciudades: el amor de s mismo hasta el desprecio de Dios, la terrena; y el amor de Dios hasta el desprecio de s , la celestial. La primera se glor a en s misma; la segunda se glor a en el Se or . Agust n de Hipona 353-429] es un fen meno nico en la historia de la Iglesia cristiana, admirado y respetado por igual por cat licos y protestantes como el Campe n de la verdad, frente a los errores maniqueos, arrianos y pelagianos. Lutero, refiri ndose a los Padres de la Iglesia, dijo: Agust n me agrada m s que todos los dem s, porque ense una doctrina pura y someti sus libros, con humildad cristiana, a la Sagrada Escritura . Su influencia teol gica y filos fica sigue vigente. Apela por igual a la raz n, a las emociones y a la voluntad y constituye una fuente clara a la que muchos recurren despu s de sentirse cansados de un cristianismo superficial.Dentro de la colecci n PATR STICA, los escritos de Agust n de Hipona son uno de sus pilares b sicos.El Tomo III presenta la obra clave de Agust n: "De Civitate Dei" o La Ciudad de Dios. Planteada en 22 libros, La Ciudad de Dios es la obra m s extraordinaria que jam s se haya podido escribir para sintetizar el conjunto de la historia universal y divina, la lucha habida desde el siglo I al siglo V, entre el mundo antiguo agonizante con el cristianismo naciente.Agust n escribi La Ciudad de Dios como r plica a las cr ticas que hac an contra el cristianismo los paganos ricos y cultos tras la ca da de Roma en poder de los Visigodos (a o 410) oblig ndoles a tener que huir y exilarse al norte de frica. Y lo hace describiendo la contraposici n entre dos tipos de hombres y sociedades: la Ciudad de Dios y la Ciudad del hombre. En sus propias palabras: Dos amores fundaron dos ciudades: el amor de s mismo hasta el desprecio de Dios, la terrena; y el amor de Dios hasta el desprecio de s , la celestial. La primera se glor a en s misma; la segunda se glor a en el Se or . Sobre esta base los temas tratados son inagotables: partiendo del origen y naturaleza de Dios; problema del bien y el mal, el pecado y la culpa, la muerte, el derecho y la ley, el tiempo y el espacio, la Providencia, el destino y la historia, y una extensa lista. El escritor italiano Giovanni Papini 1881-956] llam a La Ciudad de Dios un libro-floresta, o sea, rbol de generosa sombra y abundantes frutos, donde cada cual, seg n su inter s particular, puede sacar lecciones de historia, de filosof a, de antropolog a, de ex gesis b blica, de profec a, de demonolog a, de psicolog a, de derecho, de cr tica social.