En las últimas dos décadas hemos visto una transformación radical en la industria mediática. Pasamos de la noción planetaria de mercado a través de la concentración mediática de las grandes networks a la digitalización de contenidos y su distribución a través de todos los canales y plataformas posibles. Los medios apelaron a los gobiernos locales por una desregulación y una autorregulación para garantizar que sus fusiones y acciones transnacionales pudieran operar de una manera más efectiva.
La conformación de networks fue la vía rápida para lograr la convergencia tecnológica, la convergencia cultural y de consumidores. Así fuimos testigos de la hibridación corporativa y de géneros: edutainment, informer
Con la aparición de las redes socio digitales la industria se reorganizó impactando no sólo los modos de producción, sino también de almacenamiento, distribución, consumo y socialización. A la competencia entre los monopolios públicos y privados se sumó la participación de las audiencias en los modos de producción; vivimos en ese momento el esplendor de la era de la participación.