En el socialismo del siglo XXI ocurre como en la película de Pedro Infante, donde la vida no vale nada.
En consecuencia, quienes constitucionalmente están obligados a velar por la vida de las personas, son los principales asesinos.
Se puede morir en una cola bancaria esperando el pago de la miserable pensión del seguro social, en el hospital por falta de insumos médicos, durante una protesta antigubernamental por escasez de gas doméstico, agua potable, gasolina, malos servicios de electrificación, carestía de la vida, etc.; en el hogar, debido a la violencia familiar; en presidio, por desnutrición, por otro preso, por la Guardia Nacional sofocando un motín, o por falta de atención médica; en la calle por el arma de un atracador o de un agente policial o militar; en una mina del Arco Minero del Orinoco, por fuerzas militares o de guerrillas colombianas y narcotraficantes y muchos otros lugares. También puede asesinarte un hermano en el marco de una discusión por un pedazo de queso como le ocurrió el 30 de diciembre de 2020 a Freddy Tomás Real Vásquez en La Victoria, Estado Aragua, según reveló El Nacional el 5 de enero de 2021 con información del diario El Siglo, de Maracay. Igualmente se puede morir tratando de salvar vidas afectadas con covid-19, como ha ocurrido con médicos y paramédicos. O de desnutrición, o víctima de malaria y tuberculosis, enfermedades que ya habían sido erradicadas en Venezuela. O en un naufragio entre Trinidad y Tobago y Güiria, Estado Sucre, huyendo del hambre y el hampa amparado por efectivos de la Guardia Nacional y la Guardia Costera. O en una trocha. O tratando de cruzar el río Táchira para huir del hambre, de la inseguridad, del desempleo, de la carestía de la vida y de la represión de los órganos policiales, militares y círculos del terror. O de otras maneras que trataré de indicar en el presente estudio, nutrido documentalmente de esa fuente inagotable de acceso al conocimiento universal, como lo es el Internet, manifestado en redes sociales, periodismo ciudadano y periodismo digital.