Los pecados de la iglesia en Colombia

La confabulación de las jerarquías eclesiásticas con los sectores más
retardatarios de la sociedad para impedir la construcción de una
república democrática fue una constante durante casi todo el siglo XIX.
Hacia 1897, cuando el clero colombiano llamaba a los conservadores a una
nueva guerra santa contra los liberales, el presbítero antioqueño
Baltasar Vélez publicó el folleto Los intransigentes, en el que le
recordaba a la clerecía que tan hijos de Dios eran los unos como los
otros. La lectura de estas páginas fue terminantemente prohibida a los
católicos por el obispo de Pasto Ezequiel Moreno Díaz, y algo más tarde
fueron proscritas por heréticas en un decreto de la "Santa Romana
Universal Inquisición".
Casi cien años después de la última guerra partidista teñida por el
fanatismo religioso, el pensamiento laicista del liberalismo colombiano
logró expresarse en la libertad de cultos que consagró la Constitución
de 1991, al tiempo que en Roma el obispo Ezequiel era proclamado santo
por el Papa Juan Pablo II.

Los relatos que conforman este libro dan cuenta de la sistemática
oposición de varios ministros de la Iglesia a los gobiernos que a lo
largo del siglo XIX intentaron organizar un país a tono con un espíritu
liberal y democrático.