Pese al oxímoron que preside el título del último libro de relatos de Juan Carlos Fernández León, es inquietante el parecido entre la oscuridad y la luz que nos ofrece, quizás algo semejante al vértigo, esa sensación de columpiarte entre lo que se puede comprender y lo completamente incomprensible. Las historias de Oscuridad en la luz callan lo que importa (o lo gritan que es lo mismo) y describen aquello que cualquiera podría ver cuando se apaga la luz y se encienden los sueños: una lluvia de sapos, bocas que parecen pararrayos, hormigas conquistando una casa, fantasmas que atormentan o escriben su historia, pompas de jabón para mejorar el mundo… Un mundo raro en el que casi siempre desaparecen los libros (llamémosles luz) y en el que, paradójicamente, a veces se desea volver al principio, que no es otro que las normas de los hombres (digamos oscuridad), que nos llevan inevitablemente a ese escarabajo patas arriba cuyo castigo, como el nuestro, es no poder escapar de sí mismo.
ROSA FABUEL