Como sucede siempre cuándo una palabra, con sus escasas letras, parece albergar el amplio contenido de un proceso o de un fenómeno social, la noción de patrimonialización está en boga en México y en otros lugares del mundo. Se usa para nombrar una vasta gama de eventos que suceden en torno a expresiones, bienes culturales y naturales, personas o grupos humanos, cuando son valorados como patrimonio cultural y son empleados por un amplio espectro de actores, para una gran variedad de objetivos, siempre bajo la justificación de la necesidad de proteger y conservar aquello que se patrimonializa.
Lo que no siempre es evidente es la definición conceptual de esa noción, ni los alcances y acotaciones de su uso, por lo que cada vez se parece más a una caja oscura en la que cada quien coloca lo que considera que debe contener; dejando para la imaginación, o para el sentido común, el significado que se supone que la patrimonialización tiene para todos los que
empleamos dicho término.
Este número del Boletín del Colegio de Etnólogos y Antropólogos Sociales, en su 41º aniversario, aborda precisamente la amplitud con que en la actualidad se emplea la noción de patrimonialización. Sin embargo, antes de adentrarnos en cada uno de los trabajos que aquí se reúnen y en la manera en que cómo cada autor aborda el tema, vale la pena puntualizar significados básicos que nos permitan entender que hablamos de lo mismo.